Poseía un aforo de 50.000 espectadores con ochenta filas de gradas, los que se situaban más cerca de la arena eran el Emperador y los senadores.
Se usó durante aproximadamente unos 500 años celebrándose el último juego en el siglo VI.
Aunque la estructura está seriamente dañada debido a los terremotos el coliseo sigue siendo un icono de la Roma Imperial y es un ejemplo de la arquitectura romana conservada.